viernes, 22 de octubre de 2010

Calma.




Estaba deslumbrado, extasiado por toda esa energía que fluía a través de las paredes, como hilos invisibles conectados con un núcleo que se fundía en otra secuencia que no alcanzaba a ver. No le preocupaba tanto el hecho de no poder acercarse hacia ese otro punto del subnucleo que derivaría hacia otro punto aún más estrecho, lo sentía y con eso le bastaba.

El gato ata su lengua
Sin cuerdas
Su esqueleto se despereza
Sin palabras
Caza su sombra para si mismo
Sin mérito

Y todos los rincones de la habitación estaban respirando e inspirando a tempo con sus explosiones .Retumbaba su voz y aún así no escuchaba más que el murmullo del caminar.
Todas esas fuerzas que entretenían su alma le daban abrigo en los inviernos y lo sobrecargaban en verano llevándolo a tales extremos que podía alcanzar las aristas, las examinaba con fascinación, como un niño atravesado por el calor de sus juegos. 1,2,3, cigarrillo 43.

No recuerda su nombre
Prefiere el espacio entre las letras
Baila hambriento de sed.

Siente que su cuerpo es la represa… siente que es el cazador y la bestia, por momentos inquieta e indefensa, siente que es su verdad a pesar de temblar cuando se mira al espejo y ve solo una pieza de todo ese acantilado.
Accidentes, accidentes, accidentes, en la repetición podría estar la clave. En la repetición podría estar la solución, escondida detrás de tantos accidentes.

Desenredar el velo… no lo asusta del todo.